martes, 18 de enero de 2011

On&on 2

El pasado domingo finalizaba la exposición on&on en Madrid. Aprovecho para poner la segunda crítica individual de la asignatura de teoría y crítica del arte contemporaneo.
La Casa Encendida de Obra Social Caja Madrid presenta la exposición “on&on”. Exposición colectiva comisariada por Flora Fairbairn y Olivier Varenne y que cuenta con la participación de un grupo internacional de trece artistas.

El protagonista de la muestra es lo efímero frente a lo permanente. No se trata de piezas que persiguen fijar una imagen para la posteridad, sino que no permanecen intactas ni un solo momento. Evolucionan con el paso del tiempo y pretenden abrir los ojos al instante, con los cambios y transformaciones que conlleva. Cada vez que el visitante se acerque a ver la exposición verá una muestra diferente, nunca será la misma. Lo único que realmente perdura es el cambio, el proceso, la propia transformación. Pretende agitar la memoria personal de los visitantes evocándonos recuerdos y sensaciones pasadas. Esta exposición se consume delante y con el espectador. Estas sensaciones no sólo se evocan con la vista, sino que también interviene nuestro sentido espacial, olfativo, visual, es un todo sensorial. Consiste en notar la decadencia inevitable de la naturaleza que con el paso del tiempo se va transformando ya sea mediante materiales perecederos como son el chocolate, la fruta, el hielo o la cera o con actos fugaces como performances que se representan dentro de la muestra. Los antiguos clásicos buscaban en el material con que realizaban su gran obra la inmortalidad, esa gran anhelada. La forma moderna de crear un arte desmaterializado se obtiene creando nuevos géneros de arte como las instalaciones y performances.

Las performances son acciones que se desvanecen en el momento mismo de producirse y no hay mejor situación para el desarrollo de éstas que en la exposición On&On. La importancia del proceso de esta acción empezó a tener en cuenta factores como el tiempo o los sentidos y el papel que jugamos los espectadores a la hora de hacernos partícipes teniendo nosotros el último significado de las piezas y su repercusión en nosotros mismos, perdiendo la atención del objeto material. Estos nuevos géneros centran su atención en el proceso de la elaboración de la obra y no en el resultado final. Un ejemplo de este “nuevo” género de arte se pudo ver en la exposición de la mano del concierto-performance “MADrid MADrás MADrid” de Fátima Miranda.

Volviendo a la esencia de lo efímero en la exposición, se la define como la primera muestra de arte efímero en España, ¿ de verdad es la primera muestra de este arte en España? Lo permanente es escaso, todo lo que tiene un principio conlleva un fin. Por tanto lo efímero es algo muy cotidiano y reconocible para todos nosotros. Y acaso ¿la danza o la música no se consideran arte? El movimiento de un bailarín nace y muere en el mismo instante, en este sentido la danza siempre se habrá considerado un arte efímero que se consume en la representación escénica y queda grabado en la mente del espectador a través del recuerdo. Igualmente existe una muestra de arte musical de la mano de Gregorio Zanon, compositor de música clásica que acude cada día a La Casa Encendida a realizar una performance-musical interactiva cada media hora dentro de la exposición. Gregorio contestó a la pregunta de cómo surgió la posibilidad de “exponer” en On&On a la cual respondió: “…Le dije que sería interesante incluir música porque, entre todas las artes, es la más efímera…” Si disfrutas de la música con unos simples acordes al piano, esta muestra de Gregorio hará que no te despegues de sus conciertos y de sus infinitas variaciones de arte efímero.

Las dudas de que esta muestra sea arte efímero me aparecen cuando me entero que las propuestas de Roman Signer, la grabación de la explosión de un cohete casero, y de Andy Golsworthy, una video-instalación que muestra cómo la huella de un cuerpo sobre el pavimento se desvanece bajo la lluvia, han eternizado el momento efímero sobre el vídeo, y otras cuantas muestras más de esta exposición que viajan por el mundo del arte desde hace ya nueve años. Lo efímero para llegar a serlo tiene que desvanecerse, y morir, y no quedar resto de ello más que en el recuerdo, en la memoria de quien tuvo la oportunidad de vivirlo.
Una de las obras realmente perecederas de la exposición a mi parecer es la expuesta por Kitty Kraus, un gran bloque de hielo tintado que se transforma en un charco de tinta negra que acaba creando una mancha abstracta en el suelo de la sala, el calor de una bombilla lo ha disuelto, para siempre. Otras obras como las fresas descomponiéndose sobre un pájaro disecado de Claire Morgan o las velas encendidas derritiéndose mientras que la cera deja grandes círculos en el suelo de Anya Gallaccio; son ejemplos de que la obra una vez “caducada” crea otra muestra artística.

Cuando uno observa una de las más imponentes propuestas para esta exposición de arte efímero como es “In Silence” de Chiharu Shiota, que trata de un piano y treinta y siete sillas vacías destrozadas por las llamas y una especie de telaraña negra que se come la sala y todo lo que se encuentra en ella mientras une todos sus componentes y crea una melodía silenciosa, es aquí cuando me pregunto, qué es lo verdaderamente efímero de On&On. Llegando a la conclusión de que no es el material con que está creada la obra en todos los casos, ni la transformación de esta, sino el instante en el que el espectador descubre esa obra, y ese momento irrepetible en el que contemplamos.
La aglomeración de algunas de las obras contrasta con la sencillez de otras, destacando la propuesta “Work Number 227” de Martin Creed, ganador del premio Turner. Consiste en una habitación vacía con una luz que se apaga y enciende cada ciertos segundos. El artista ha explicado así su obra: “ La obra activa todo el espacio que ocupa sin incorporar nada físicamente. En cierto modo es una obra de gran envergadura en la que no hay nada”.

La alusión de lo frecuente y reconocible hace que la exposición resulte apta para todos los públicos que utilizan los “cinco” sentidos y observan paso a paso atónitos lo que ocurre a su alrededor haciéndose partícipes de estas obras; algo que no es muy común en las manifestaciones de arte actual, que vayan dirigidas a todo el público, y que alguien que no esté relacionado con el mundo del arte pueda disfrutar de ellas, sin adoptar una posición de indiferencia total hacia la muestra.
Inés

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