domingo, 28 de noviembre de 2010

Maruja Mallo

El curso pasado visitamos la exposición de Maruja Mallo, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Maruja es una de las artistas más personales entre las pioneras de la vanguardia española al igual que una figura muy personal en la escena intelectual e innovadora madrileña del primer tercio del siglo XX. Me interesé por la trayectora profesional de esta artista y fue cuando encontré el comentario que aprovecho para exponer; texto de Julio Pérez Manzanares:

 "Parece mentira que hayan tenido que pasar 15 años desde la muerte de Maruja Mallo para que su obra se haya reunído por primera vez para mostrarse al gran público. Pero parece aún más increíble que, durante su larguísima existencia -también artística-, esta verdadera vanguardista no contara con esa muestra que catapultara su talento al lugar en el que se tendría que haber encontrado desde hace mucho tiempo.


La historia de Mallo, no obstante, y pese a la vitalidad y alegría que siempre demostró según me cuentan los que la conocieron, parece triste. Desheredada del 27 como otras tantas mujeres modernísimas que vieron como sólo sus colegas de género masculino pasaban a los manuales de arte y literatura; desclasada del surrealismo por la eterna misoginia de Bretón, un facha que se erigió como dictador del movimiento seleccionando quién y por qué y por qué no debía formar parte del grupo; es decir, era surrealista, y pasaba desde ese momento a forma parte de la "entreprise divine" del arte de los treinta y cuarenta.


Desheredadas del surrealismo hubo muchas, muy a nuestro pesar. Porque el trabajo de artistas como Maruja Mallo, Ángeles Santos o Remedios Varo, habría ayudado a contar una historia muy distinta del arte, quizá algo menos "surrealista", y valga la paradoja. Todas ellas, desde su posición en absoluto privilegiada, se comprometieron con su arte, con su tiempo y, sobre todo, con la modernidad, aunque la Historia que nos cuentan los libros se empeñe más en sus relaciones con personajes como Neruda o Rafael Alberti.


Exiliada durante la Dictadura en Buenos Aires, su obra, hasta bien entrada la séptima década de su vida, no dejó jamás de variar desde el "tipismo moderno" de sus cuadros de los diez, y los regionalismos de los 20 al surrealismo del que es inmejorable ejemplo, pasando por sus magníficos cuadros geométricos y hasta sus popizantes -avant-la-létre- retratos femeninos.


Sorprenden sus obras, sorprende su modernidad y sorprende, sobre todo, el trabajo de esta gallega visto a través de los múltiples dibujos preparatorios de sus obras.
Y sorprende, sobre todo, su propio personaje: Maruja Mallo, nacida como Ana María Gómez González en otro exilio- el de sí misma- que le llevó a crear ese verdadero "character" bautizado por Dalí como "mitad ángel, mitad marisco" (y es que él, como Bretón, también admiraba a las mujeres a su manera, a medio camino entre la eterna "virgen niña" y la mortal "vagina dentata"). Recuerdan en su única biografía hasta la fecha - qué increíble-, cómo a su llegada al Madrid de finales de los setenta, que la acogió a la luz de los nuevos tiempos como paradigma a imitar pronunció la misma conferencia que décadas atrás, daba cuenta de su expulsión del grupo surrealista. Performática siempre, como prueban bien todas esas fotografías-performances que anticipan en mucho el trabajo de la Sherman, cambió el discurso en su relectura para acabar afirmando, casi daliniana, algo parecido a que, a fin de cuéntas, qué importa lo que digan los libros: el surrealismo soy yo. "

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